Me encuentro en Europa para buscar ayudas para Strathmore University, una joven universidad de Kenia de la que soy profesor.
Sin hacer valoraciones generales, que suelen ser injustas, tengo la sensación de que muchos europeos no aprecian del todo los numerosos recursos de los que gozan, por ejemplo, en el ámbito educativo. En Kenia el hecho de haber tenido acceso a una educación primaria ya significa mucho. Y para darles esa educación a sus hijos los padres sacrifican lo que haga falta: venden las tierras, las vacas, las cabras, hacen lo posible y lo imposible para que puedan ir al Colegio.
Tengo la impresión también de que entre muchos europeos se da una percepción distorsionada de África. Es cierto: en África hay muchos problemas; hay corrupción; hay inseguridad… pero existe una juventud africana –a la que conozco, y en la que está la clave del futuro- con muchos valores: son jóvenes trabajadores, emprendedores, receptivos, abiertos… Europa está haciendo mucho, pero pienso que todavía puede hacer muchísimo más por África.
Además, dentro del contexto africano, Kenia es un país clave, al estar rodeada por países con perfiles problemáticos, como Sudán, Etiopía, Somalia, Tanzania y Uganda. Si Kenia se desarrolla adecuadamente puede ser un ejemplo y un motor de avance para los países vecinos.
Gracias a Harambee, Strathmore University está organizando cursos de reciclaje pedagógico para profesores de primaria y secundaria. Yo me ocupo de la formación de estos profesores y de conseguir recursos económicos. Y además de estos cursos para profesores, dirijo un departamento que se llama precisamente así: de Desarrollo.
La Universidad se encuentra en pleno proceso de crecimiento; crecimiento de personas, crecimiento de instalaciones y de algo que suele acompañar este tipo de procesos: crecimiento de necesidades económicas.
Afortunadamente la Unión Europea ha proporcionado una ayuda económica relevante. A los expertos que vinieron a analizar el proyecto educativo por parte de la Unión les sorprendió constatar el carácter interracial que ha tenido este centro educativo desde sus comienzos, la calidad científica y el cuidado de las instalaciones materiales, en un medio social donde estos rasgos no son tan frecuentes.
Gracias a la Unión hemos podido construir el edificio de aulas, un edificio de Bibliotecas y un salón de actos, además de crear un fondo de becas. Ha ayudado también el gobierno de Kenia y el de Italia.
En resumen: la respuesta a la petición de ayuda económica ha sido muy generosa, aunque insuficiente todavía para dar respuesta a los retos que plantea la situación del país.
Cinco mil alumnos
Strathmore cuenta en la actualidad con cinco mil alumnos, a los que el claustro de profesores procura formar lo mejor posible, consciente del papel decisivo de la Universidad en África.
Antes de seguir, como llevo tantos años fuera de Europa, me gustaría dar algunos datos estadísticos, porque ignoro hasta que punto la realidad educativa keniana resulta conocida en el exterior.
En Kenia se ha establecido la Enseñanza Primaria obligatoria. Eso significa que el país cuenta con siete millones de niños escolarizados. Otra cuestión es la calidad de la enseñanza y los medios materiales de esas escuelas, que con frecuencia son elementales.
Y otra cuestión, más ardua todavía, es garantizar el acceso de esos niños a la Enseñanza Secundaria, porque en la actualidad el país sólo dispone de un millón de plazas disponibles para la Secundaria: es decir, tal como están las cosas, únicamente podría acceder a la Secundaria un niño de cada siete.
Y el embudo se hace aún más estrecho en el paso de la Secundaria a la Universidad, que cuenta sólo con 150.000 plazas.
Estas cifras dan idea de la magnitud del problema educativo; un problema urgente, porque Kenia necesita contar, cuanto antes, para desarrollarse en todos los órdenes, con personas bien capacitadas profesionalmente.
Los que trabajamos en Strathmore procuramos ayudar al país en la medida de nuestras fuerzas. En la actualidad, la media de los alumnos encuentra trabajo antes de los seis meses. Es una media bastante alta, y eso resulta estimulante; pero quedan aún muchos retos pendientes.
Retos
Uno de esos retos es la sensibilización social de los estudiantes, de forma que se involucren decididamente, en la medida de sus posibilidades, en la resolución de los grandes problemas del país. Esa es la razón por la que se ha implantado en Strathmore, dentro del marco de la formación universitaria, un programa de voluntariado, obligatorio, de ocho semanas, que ya comienza a dar sus frutos.
Pienso por ejemplo en David, un universitario proveniente de una zona muy pobre del país, que pudo estudiar en la Universidad gracias a una beca de la cervecera Guinness. A finales de primer año debía hacer su programa de voluntariado y decidió organizar en su pueblo unas clases de informática para jóvenes. Al ver la buena acogida de esta iniciativa, siguió trabajando durante años en esta línea y ahora, que ya ha terminado la carrera, está promoviendo, con la ayuda de una fundación internacional, una escuela en su pueblo. Ya ha conseguido siete mil euros para el proyecto.
Pienso que este tipo de actuaciones resultan particularmente decisivas porque, como es bien sabido, la resolución de los grandes problemas de África está en manos de los propios africanos, en gran medida.
Qué se puede hacer con 30 euros al mes
He hecho esta precisión, “en gran medida”, porque seguimos necesitando mucha ayuda del exterior. En esto mi padre, que reside en España, ha colaborado mucho conmigo. Desde que me vine a África no ha cesado de hacer gestiones para conseguir ayudas para Strathmore por parte de amigos y conocidos.
La última vez que estuve en Madrid me presentó a uno de ellos. Era un padre de familia deseoso de ayudar, pero con escasa disponibilidad económica.
-Yo solamente te puedo dar 30 euros al mes –me dijo-. ¿Qué se puede hacer con eso?
Le sorprendió saber que con 30 euros al mes en Kenia se puede hacer mucho; y poco después le conté para qué habían servido aquellos 30 euros mensuales.
Había un universitario, muy inteligente y trabajador, que no acababa de rendir en los estudios. Hablando con él, su tutor descubrió la causa. Era huérfano, tenía un hermano pequeño que dependía de él, y vivían de la generosidad de sus parientes, que los iban alojando durante temporadas en sus casas, muy lejos de la universidad, con lo cual, el poco dinero que tenía para comer se lo gastaba en transporte. Como resultado, muchos días no comía, y esto, unido a la falta de un lugar para estudiar, hacía que se resintiera en sus estudios.
Esa beca mensual de 30 euros le ha cambiado la vida. Ahora, con quince euros al mes, puede comer todos los días en la universidad –la comida está subvencionada-;y puede darle los otros quince euros a uno de sus tíos, que reside en una casa más cerca de la universidad.
En las cárceles
Hace años una persona que trabajaba en el sistema carcelario del país preguntó si Strathmore podía participar de alguna manera en el proceso de formación e integración social de los presos del país. En aquel momento no se pudo hacer nada por falta de recursos económicos, hasta que en el año 2002, gracias a Harambee, pudimos disponer de una ayuda económica para poner en marcha un programa de contabilidad básica para 140 presos.
Hemos seguido desarrollando este programa –sobre todo en la cárcel de Naivasha-, ampliando progresivamente el número de alumnos. Se les envían libros y ejercicios, que luego se les corrigen, preparándolos de forma individualizada para los exámenes.
Este programa resulta muy útil para motivar a las personas que están en prisión: se produce en ellos un cambio de actitud muy positivo cuando advierten que hay sectores del “exterior”, de la sociedad, que están preocupados por su rehabilitación y futura reinserción social.
Las ayudas para este proyecto han sido muy generosas. Por ejemplo, un antiguo alumno de Strathmore, un indio no católico, ha donado un millón de chelines para ese proyecto, que se quiere extender al resto de las cárceles de Kenia.